Las máscaras

Redacción de ensayo curatorial y texto de pared para la exposición Las máscaras del artista Juan Carlos Amador en la Galería Guatibiri, en Río Piedras. 

5 de abril de 2023.

Curatorial essay and wall text for the exhibition Las máscaras del artista Juan Carlos Amador at the Galería Guatibiri, Río Piedras.

April 5, 2023.

 

Ensayo curatorial

Juan Carlos Amador a través de Las Máscaras

 

Sin duda alguna, el color es el elemento protagonista en las obras de Juan Carlos Amador, pero sucede a menudo en las historias picarescas que un personaje secundario es el que logra avivar a la trama. Ese es el caso de la presente muestra, en las que el elemento secundario que llena de vida los cuadros es la repetición de formas orgánicas; en el contexto de Las Máscaras, estas reiteraciones vienen a sintetizar la celebración anual de la Fiesta de los Santos Inocentes. El cuerpo de trabajos del artista –oriundo de Aguadilla– es abstracto, pero en esta ocasión la reviste con los colores del municipio vecino de Hatillo, adaptando su lenguaje plástico para rendir homenaje a una fiesta popular que visitó desde su niñez.

 

Originadas en el siglo XIX como una celebración religiosa, hoy la Fiesta de los Santos Inocentes de Hatillo es más cercana a un carnaval. La festividad actual incluye comparsas de personas vestidas con llamativas vestimentas en colores brillantes, vehículos igualmente ataviados, música y algarabía; y es precisamente, el movimiento de mucha gente alegre lo que Amador evoca en esta serie, sin necesidad de recurrir a la representación literal de los componentes típicos del carnaval. En lugar de la máscara con sombrero, el artista echa mano de sus ya características simplificaciones elípticas en patrones repetitivos; del mismo modo –en este contexto particular– los puntos y líneas sinuosas remiten a los cascabeles, cintas y telas de los vistosos ropajes. Esta serie debe colocarse en su justa perspectiva, dentro de un cuerpo de trabajos mucho mayor que atienden temas diversos, pero esto no implica que la relación con las fiestas sea un mero capricho.

 

La antesala de la exposición de Amador está compuesta de fotografías del lente de Claudia Carbonell Pericot, cullos encuadres tipo “close up”, capturas de movimientos y juegos de planos ejemplifican la vivencia carnavalesca, el moverse entre el gentío. Esta documentación fotográfica se presenta a modo de epígrafe visual, a través de la cual parte la lectura de la exposición de pinturas. Y es que, como parte de su investigación, en el año 2022 Amador formó parte activa de las Máscaras de Hatillo, como se conoce popularmente el evento, que anteriormente el artista únicamente había experimentado como espectador.

 

Como resultado de su inmersión en la tradicional fiesta, Amador expandió su práctica artística para introducir nuevos medios y soportes a su obra; del mismo modo, les dio una vuelta distinta a algunos medios que ya había trabajado. Aunque los medios mixtos cubriendo casi enteramente el lienzo son un sello característico de su obra reciente, en esta iteración, el lino crudo que queda expuesto en algunas de las piezas nos recuerda la naturaleza del soporte, la tela. Esto último se imbrica con el hecho de que los textiles son igualmente fundamental en la celebración. Por otro lado, la textura del crayón de aceite sobre papel, dotan otras piezas de una calidad táctil que usualmente no vemos en las pinturas realizadas con pincel y aerosol. A tono con el tema, sus composiciones a base de transparencias ovaladas esta vez se ajusta a una paleta de colores apastelada, al superponer el blanco sobre los colores brillantes, a una vez aludiendo a los dos tipos de ropas típicas de las figuras enmascaradas que son icónicas en Hatillo, las blancas con detalles rojos y las multicolores.

 

Enmarcada en el tema de Las Máscaras de Hatillo, el principio del arte al que responde esta serie de pinturas es al ritmo. La repetición de elementos es un recurso estudiado hasta la maestría por Amador, aunque a menudo se centra en la relación tonal que obtiene mediante las capas de colores intersecados. La interacción entre tonalidades se sirve de la repetición de formas orgánicas simples para generar ciertos ritmos; estos se perciben lentos cuando las formas son grandes y redondeadas, y más bien frenéticos cuando recurre al punteado y a las líneas ondulantes. Los distintos tempos, además, se acentúan con la paleta seleccionada para cada pieza, pues el color nunca sede su protagonismo, aunque la repetición viene a “robarse el show” al provocar sensación de movimiento a donde quiera que volteásemos dentro de esta fiesta de pueblo. Y es que algunas de las piezas más grandes nos imbuyen entre una multitud de figuras apretadas en un espacio indeterminado, mientras que otras hacen vibrar nuestras pupilas con un sinfín de componentes pequeños, cual hormigueo de muchedumbre vista desde la distancia. Por otro lado, el juego más sutil de las piezas de menor tamaño involucra la superposición de óvalos lineales en composiciones que evocan movimientos cíclicos.  

 

Si bien Amador se ha propuesto incursionar en el estudio de una tradición regional puertorriqueña, cabe añadir que este no es un esfuerzo folklorista. Por el contrario, el artista busca borrar la línea entre las mal llamadas alta cultura y la cultura popular. Aún mediante la lectura curatorial que hacemos sobre esta selección de piezas, a través de Las Máscaras de Hatillo, resulta más que evidente su profundo arraigo en la abstracción. Con referentes como Antonio Navia, Zilia Sánchez y Luis Hernández Cruz, Amador ha desarrollado un estilo propio partiendo de la abstracción geométrica. Sus obras parecen ser un punto de encuentro entre movimientos pictóricos que surgieron a mediados del siglo XX como el “Hard Edge” y el “Color Field”; por supuesto, el artista no se circunscribe a ninguno de estos movimientos en particular, si no que ha tomado de muchas fuentes para alimentar su desarrollo plástico. Así, la mayoría de sus composiciones son “all over”, como sucede con los expresionistas abstractos de la Escuela de Nueva York, aunque en la presente muestra una selección de pinturas escapa a esta regla general. Habiendo procesado estas y otras influencias, la pintura de Amador viene a ser en una abstracción estructurada, aunque mucho más lírica que el abstraccionismo geométrico.

 

Frente a la tendencia a la globalización en el arte, Las Máscaras demuestra cómo la escena puertorriqueña se ha insertado en la discusión internacional, sin prescindir de los temas locales. En tiempos del arte digital, las “non fungible tokens” (NFT) y la generación de imágenes mediante programas de inteligencia artificial, parece ser más relevante que nunca la persistencia de un medio tan antiguo como la pintura. Y es que, ante la incertidumbre sobre los límites del arte, la pintura funge como un faro, como una referencia clara. En este contexto social y temporal, la presente exposición se constituye desde la heterocronía, es decir, mediante la acumulación y relación de varios tiempos históricos completamente distintos; la pintura es milenaria, las Máscaras de Hatillo son centenarias, los movimientos abstractos que influenciaron a Amador tienen varias décadas de existencia, y todo esto se conjuga en una obra que no puede describirse como tradicional.

 

Toda cultura es naturalmente cambiante y hace mucho que La Fiesta de los Santos Inocentes superó la mera representación de los soldados de Herodes buscando al niño Jesús para convertirse en una icónica celebración de la colorida idiosincrasia caribeña de Puerto Rico. Del mismo modo evoluciona la obra de un artista, conservando un sustrato que demuestra su procedencia mientras se diversifica como consecuencia de las exploraciones propias del ejercicio artístico. De este modo, como a las comparsas de Las Máscaras de Hatillo, el ritmo mueve hacia adelante la pintura de Juan Carlos Amador, mientras busca afirmar nuestra identidad de pueblo, nuestra forma de ser única en el mundo, sin que se estanque en un discurso anquilosado.